Se llama Elizabeth.

Dicen y no soy yo, que la llaman Elizabeth, fuma caballo, coge un taxi y vive en La Palma. Le fascina la brisa de la mar, se embelece por la luz de una mirada y por un escote pronunciado. Se desvive por querer lo femenino, quizás no tanto porque la quieran, pero le gusta que le regalen el oído, aunque le da miedo escuchar.

Sueña en rojo, desea lo azul y le apasiona el verde de un tajinaste en flor. Eso sí, le encanta la vida del lado oscuro, a pesar que no le apetece el riesgo, para nada.
En fin, le gusta la exquisitez de un plato fino combinado con un queso bien curado acompañado por un buen vino. Lo toma, al ser posible, en traje liso, ella sabe que la raya, al igual que el negro, esta temporada no se lleva.

En cambio, a mi me apasiona el azul del horizonte y la brisa de la cumbre. Elijo el ocre del caletón blanco, la brisa de la mar y el rehelo de esta, nuestra cumbre, el sabor de la piel y el olor a la pasión.
A ser posible, elegiría el chocolate caliente recubierto de coco frío servido en UN abdomen y en UN ombligo un chupito de amareto … eso sí, la ropa interior a ser posible que no sea gris, simplemente.., estropea el ambiente.

A mi, me atrae lo oscuro con mucha velocidad y poco frenado, siendo, si fuera posible, yo conducir un buen deportivo. Y como a mí, no es ella la que me gusta, sino que es él, prefiero pisar con pocas curvas y muchas rectas.

En fin elijo el riesgo de una cena exquisita en el malecón de la habana, vestida de blanco y con escote pronunciado, eso sí, zapatos de tacón.

Ya ves Elizabeth, no sólo me apasiona el almendro en flor o un buen vaso de vino tinto, y el riesgo no sólo es coger 260…. Digo…. En carretera. Y a todos NUESTROS oyentes feliz y apasionado día!

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